Llegó enero y con él, un fin de semana lleno de coaching y aprendizaje, aquí va una pequeña reflexión.

11 extraños conviviendo durante un fin de semana entre cuatro paredes, como si de una rara versión de Gran Hermano se tratara.

Había quien traía sus expectativas de como sería el segundo fin de semana pero, al igual que ocurrió en el primer fin de semana, lo que tengo claro es que la mayoría de sus expectativas se vieron sobrepasadas por la realidad.

El coaching no se define, se vive. Sería una frase que me podría llevar de este fin de semana y es que se me hace hasta raro estar escribiendo esto.

Quizá eso sea el coaching…

… salir de lo normal para dejar atrás nuestra zona de confort. Adentrarnos en un mundo desconocido para crecer como personas porque sino, ¿para qué sirve la vida?

La experiencia que me llevo es rara, diferente y eso no es ni mucho menos malo. Lo diferente asusta pero también sorprende y en ese punto me encuentro.

El miedo de las primeras veces no duró mucho y creo que hablo por los 11 integrantes del grupo, ya que en las  pocas horas que hemos convivido, se convirtieron en amigos.

Ha sido un fin de semana un poco cerdo en el que no hemos conseguido que nuestra bicicleta ruede correctamente pero la verdad, es que tampoco tenemos prisa. Ninguno de nosotros es arquitecto, pero estoy seguro que nadie volverá a colocar una columna a la izquierda, y eso nos hace sentir bien.

Lo que tengo claro es que el coaching une pero también conecta. Esa conexión es la que nos da fuerza a todos para afrontar nuestro día a día hasta que nos toque volver en febrero.

¿Qué has aprendido?

Era al pregunta más recurrente en mi entorno al acabar el primer tramo de la formación y estoy casi seguro que en ninguna ocasión repetí la respuesta. He aprendido de todos y cada uno de sus integrantes, he aprendido que muchas veces la respuesta a un problema está dentro de ti o que pedir ayuda no te convierte en débil.

También aprendí que las personas hacemos muchos más acuerdos de lo que creemos, aunque sean mentales o no nos percatemos de ello.

Si tengo que dar algún consejo después de este fin de semana de coaching sería que nunca te va a salir nada bien si no te esfuerzas y pones empeño en ello. Lo siento, pero el coaching tampoco es una excepción.

“¿Qué te llevas de este fin de semana?” era la pregunta que nos hacían justo antes de salir por la puerta y poner punto y final a nuestro segundo fin de semana como grupo. El silencio invadió la sala pero también mi mente. Había quien se atrevía con alguna palabra que lejos quedaba de lo que realmente sentían.

Y es que hay veces, momentos, en los que las palabras no sirven como medio de expresión. Solo sientes y esa es una de las mejores formas de expresarse.

Como he dicho, hubo algún que otro abrazo de grupo y con uno de ellos pusimos el punto y final a un fin de semana, cuanto menos diferente. Está claro que no estamos en Gran Hermano porque ya no somos desconocidos.  

Un placer y ¡hasta febrero!

Escrito por: Jorge González Bustillo

Estudiante de Periodismo de la Universidad Europea del Atlántico